La pesadilla del Avión Presidencial: el modelo personalizado es el principal obstáculo para que un comprador dé el "Sí"

Steve Saldaña

Editor Senior

Periodista de tecnología y ciencia. Escribo y analizo la industria de plataformas tech en México y soy fan de la ética tecnológica. También soy miembro de la Red Mexicana de Periodistas de Ciencia. Hago locución comercial, produzco podcast y soy presentador del podcast semanal ROM. LinkedIn

El Avión Presidencial ha vuelto a México. No es que el Gobierno Federal haya cambiado de parecer para usarlo, es que, a pesar de que un par de procesos de compra-venta del equipo iniciaron a mediados del 2019, ninguno se ha concretado. Al final, la administración no ha encontrado más solución que traerlo de vuelta y adjudicar al Ejército Nacional las tareas de mantenimiento, para lo cual se erogarán 4,000 dólares semanales.

Entender por qué, luego de un año, es tan difícil vender el Avión Presidencial, pasa también por entender que aunque se trata de un modelo popular (en diciembre pasado el modelo cumplió los diez años), hay menos de 500 aviones en el mundo como estos, casi todos ellos pertenecientes a grandes corporaciones que suelen hacer pocas modificaciones al equipo. Ese no es el caso del TP-01 "José María Morelos y Pavón" adquirido por el Gobierno Federal en 2012.

La nueva administración está tan decidida a vender el Avión Presidencial, que dio el visto bueno a valuaciones al equipo por 130 millones de dólares, bastante menos que los 218 millones de dólares que en su momento costó el Boeing 787-8. Aunque la pérdida se da por sentada, y a mediados de año se dijo que habría una cuarentena de posibles compradores involucrados, ninguno concretó la oferta. Ahora que regresa se pondrá a la venta junto con otras 71 aeronaves, entre ellas 32 aviones y 39 helicópteros.

Solo lavar el Avión Presidencial cuesta cerca de 100 mil pesos

El Boeing 787-8 del Gobierno Federal no es como ningún otro. El nivel de personalización es tan alto, que en la parte trasera del avión incluso hay recámaras completas. Un Boeing 787-8 convencional tiene espacio para 210 pasajeros, pero el TP-01 solo puede albergar a 80 personas.

El TP-01 es un avión personalizado para ser muy exclusivo. Además de recámaras tiene salas tipo lounge, comedores, sala de juntas y baños de lujo.

Debido al escándalo que causó su llegada, en 2016 el entonces Gobierno Federal solicitó hacer estudios sobre la compra que, para sorpresa de nadie, concluyeron que la administración debía quedarse con la aeronave. Ascend Flightglobal Consultancy fue la empresa encargada de valuar el avión y analizar el proceso de la compra, y sus conclusiones arrojaron que una eventual venta resultaría en pérdidas millonarias debido a que la nave ya no cuenta con partes originales.

La pérdida, se estimó, sería de 128.2 millones de dólares, más del 50% del valor total.

Las valuaciones que la nueva administración aseguran haber conseguido están por encima de los cerca de 90 millones de dólares que el estudio previó, pero al final ninguna transacción se concretó.

El estudio sin embargo sí revela el problema: el mercado de compra de Boeing 787-7 en uso es muy reducido, y se minimiza si además se considera que el avión ha sido personalizado. Todos los ajustes hechos al avión costaron en total 81 millones de dólares, monto considerado dentro del rango promedio de personalizaciones, pues el estudio asegura que modificar un avión cuesta entre 75 y 125 millones de dólares.

El estudio asegura que la compra del avión "es una de las mejores alternativas en términos de eficiencia considerando los costos disponibles en el mercado".

Recientemente Reforma reveló que mantener el Avión Presidencial sin uso cuesta casi lo mismo que si se utiliza solo para vuelos nacionales. 11.9 millones de pesos contra 17 millones al año. La cifra de mantenimiento proviene de Defensa Nacional.

La personalización es un problema

El sitio especializado, 'Flight Ascend' aseguró, en 2018, que llevar una aeronave al mercado podría ser todo un problema. 'Simpleflying' coincidió y agregó que el mercado para un Boeing 787 "simplemente no existe". El estudio hecho en 2016 no descartó la posibilidad de reventa, pero sí dijo que el proceso tomaría entre 12 y 24 meses.

El propio Presidente, Andrés Manuel López Obrador, ha dicho que conseguir clientes ha sido difícil, debido a que el avión es "muy grande y costoso".

Aunque es claro que el proceso de compra de momento ha llegado a punto muerto, Gobierno Federal no desiste. Sus opciones continúan siendo vender a un comprador único, pero también han agregado alternativas, como venta en copropiedad a varias empresas (de preferencia mexicanas) e incluso que se rente la aeronave por hora.

El proceso de compra en 2019 comenzó con 42 potenciales compradores de 16 países, 12 de ellos manifestaron interés, 11 fueron invitados a presentar propuesta económica, seis presentaron posturas y dos fueron las seleccionadas por la Comisión de las Naciones Unidas (delegada para el caso). Ambos hicieron jornadas de inspección del Avión. Ninguna oferta se concretó.

Gobierno Federal espera que en la nueva subasta de aeronaves, el TP-01 por fin será vendido. El Presidente ha dicho que la valuación será considerada como el precio de partida para la nueva subasta, de forma que solo sería vendido a quien esté dispuesto a pagar más de 130 millones de dólares por él.

En el caso de venta por copropiedad, se dijo que la Fuerza Aérea podría hacerse cargo del estacionamiento del avión, personal para operarlo, pilotos, combustible, mantenimiento y limpieza, con el respectivo pago de servicios por parte de los nuevos compradores.

El avión estará en Santa Lucía hasta que se encuentre comprador.

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