Las polémicas "bombas antigranizo" que usa Volkswagen en México podrían ser una estafa, según la ciencia

Steve Saldaña

Editor Senior

Periodista de tecnología y ciencia. Escribo y analizo la industria de plataformas tech en México y soy fan de la ética tecnológica. También soy miembro de la Red Mexicana de Periodistas de Ciencia. Hago locución comercial, produzco podcast y soy presentador del podcast semanal ROM. LinkedIn

Comienza la lluvia y con ella los estruendos. Uno, dos, tres estallidos, tan potentes que un foráneo podría pensar que se trata de un sonido que proviene del cielo. Los lugareños en cambio ya no se asustan, aunque sí hay algunos bastante enojados. El ruido no proviene del cielo, sino de una planta de Volkswagen en Cuautlancingo, Puebla, y en específico, de unas estructuras que sirven como cañones que apuntan hacia el cielo, dispuestos a lanzar "bombas antigranizo" al más mínimo signo de lluvia.

Su nombre clarifica su función: su propósito es impedir la formación de granizo. Su primeros usos datan de finales del siglo XIX, y pese a que escasea información científica que avale su funcionamiento, han encontrado la forma de llegar a Puebla, de la mano de SPAG, una empresa que tiene 45 años de hacerlos.

El comprador, la planta de Volkswagen ubicada en Cuautlancingo Puebla, en donde ya se ha visto en videos difundidos de las instalaciones, el logo de SPAG. Volkswagen habría instalado hasta tres de los cañones granífugos estratégicamente, para que el granizo no afecte a sus coches terminados, muchos de los cuales están en un estacionamiento al aire libre.

Tan pronto comienza a llover, los estallidos comienzan. Una reacción al interior del cañón sucede, producto de la mezcla de oxígeno, nitrógeno y gas acetileno, pero ningún químico sale al exterior. Son solo las ondas sonoras de la explosión las que se dirigen al cielo, en donde habrían de hacer su magía: generar un domo de protección de hasta un kilómetro de diámetro que disminuiría la probabilidad de caida de granizo.

Más que a ciencia, todo suena a ciencia ficción, y en efecto, podría serlo.

Todos tienen una opinión

De vuelta a los primeros años del siglo pasado, fueron granjeros y agricultores los interesados en encontrar la forma de destruir el granizo antes de que llegara a tocar suelo, pues sus efectos son particularmente nocivos para ellos. Una fuerte caída de granizo podría arruinar cultivos enteros.

Nadie vio venir que ahora, los campesinos son los que demandan el cese al uso de los cañones, pues argumentan que sus estallidos están alterando el ciclo del agua, provocando la disminución de lluvia, que pone en riesgo los plantíos.

Pero los fabricantes de los cañones tienen otra historia. En el sitio de la Sociedad Protección Anti Granizo, SPAG por sus siglas, se explica (de manera algo escueta), el mecanismo del sistema, y se asegura que "respeta el ciclo natural de la nube, y no afecta a la cantidad de lluvia ni produce una variación en la dirección de las nubles".

En la página se puede leer "Protección de mínimo 95% de efectividad en la protección en sus cultivos antes los efectos del granizo"

Pero la evidencia científica no está ni del lado de los campesinos ni del de SPAG. "No hay ningún mecanismo físico para que funcionen", asegura el divulgador de ciencia Mauricio Schwarz. "

"Es una continuación de cuando tiraban cañonazos para ahuyentar a las tormentas, que desde que se comenzó a usar la pólvora se le ocurrió a alguien (...) no hay un mecanismo para que el sonido afecte la formación de granizo, seamos lógicos, si así fuera no granizaría cuando hay truenos; son infinitamente más fuertes que cualquiera de estos absurdos cañones, la potencia sónica de un trueno trasciende cualquier cosa que podamos construir"

Para Schwarz, el tema de fondo aquí es la creencia popular de que tenemos control sobre el clima, muchas veces a través de mecanismos que le son reservados a unos cuantos y que consagran su poder. Ante un conjunto de fenómenos meteorológicos cuyas afectaciones vulneran a familias y comunidades enteras (como la sequía) es más fácil atribuirle sus efectos a la intención deliberada del hombre, que a los efectos, por ejemplo, del calentamiento global.

Los cañones granífugos ya estuvieron de moda, y murieron hace más de un siglo

Las ondas de sonido no son la única forma con la que como humanos hemos ideado contrarrestar al granizo. A mediados del siglo pasado se desarrollaron pequeños cohetes, que habrían de cargar explosivos con cargas de alrededor de un kilogramo de TNT.

Así fue el tercer congreso internacional de cañones granífugos, celebrado en Lyon, París, en 1901.

El explosivo sería llevado con ayuda del cohete a la parte baja de las nubes, donde el granizo cae. El sistema se popularizó en China y Kenya. Una serie de experimentos realizados en la década de los 60 demuestran que el explosivo difícilmente daña al granizo acumulado en las nubes, e incluso se llevó a cabo una prueba con 8 kilogramos de explosivos.

"Lidiar con los riesgos de la caída de granizo con el uso de cañones o explosivos es una pérdida de dinero y esfuerzo" se lee en un ensayo hecho en 2006 hecho por Jon Wieringa e Iwan Holleman, el primero un meteorólogo certificado de Holanda y el segundo perteneciente al Instituto Metereológico Royal del mismo país.

Ambos dan cuenta de que todo una industria de los cañones se desarrollo para los años 1900. Sin embargo, paulatinamente los cañones comenzaron a funcionar incorrectamente conforme eran más las detonaciones. La solución más viable la conocían ya desde entonces: organizar una serie de experimentos sistemáticos para averiguar si los cañones funcionaban como sus vendedores decían que lo hacían.

Los estudios hechos por el gobierno italiano tomaron dos años e involucraron 222 cañones, y terminaron por arrojar lo que hoy es el consenso científico: no hay evidencia contundente que correlacione de manera directa los estallidos con la disminución de granizo. Así, los granjeros terminaron por vender sus cañones simplemente por su metal.

"Sin embargo, la gente que no conoce su historia está condenada a repetirla" aseveran los investigadores. Más de 60 años después una empresa de nombre de Corballan comenzó a popularizar de nuevo el uso de cañones, y gradualmente, la industria volvió a las andadas.

Aún luego de la polémica, Volkswagen ha mantenido su postura, distinta a la de Wieringa, Holleman y Schwarz.

"Luego de analizar distintas opciones, la empresa optó por la instalación de dispositivos sónicos antigranizo, los cuales son de uso común en el sector agrícola, gracias a su demostrada eficacia. Este tipo de dispositivos se encuentran instalados en varios estados del país y a nivel mundial, especialmente en Europa."

De acuerdo a la empresa, cañones granífugos similares se pueden encontrar en Aguascalientes, Estado de México, San Luis Potosí, Coahuila, Chihuaha, Zacatecas y otras localidades en Puebla.

En la misma conferencia de prensa se dijo que los dispositivos funcionan desde hace 45 años, aunque como vemos, sus primeros usos tienen más de 110.

También se ha hecho énfasis en la supuesta cobertura que tienen los efectos, que como mencionábamos, es de un kilómetro. Los campesinos que se han manifestado (llegando al bloqueo de la autopista México-Puebla) pertenecen a dos municipios distintos, Cuautlancingo y Coronango, cuya extensión territorial entre ambos municipios suma más de 70 mil kilómetros cuadrados.

¿Y las lluvias?

A los campesinos poco les importa si destruyen o no el granizo. El objeto de sus demandas es lo que pasa con la interferencia de los cañones granífugos con las lluvias. La denuncia de los campesinos en Puebla no son las primeras en señalar una relación entre los cañones granífugos y la disminución de precipitaciones. Hace casi 15 años, en 2004, reportes similares llegaron a los medios en Australia, sin que se haya podido comprobar razón en las denuncias.

Así como Volkswagen defiende el uso de cañones para la disminución de granizo, también se mantiene en la postura de que las ondas sónicas no afectan la formación de nubes, ni interrumpen el ciclo del agua. Ha sido el director de Gestión Ambiental y Sustentabilidad de la empresa, Julio Marín Leal, el que ha explicado que se tienen tres dispositivos, cuyo alcance cubrirían sus patios de autos techados y no techados.

Schwarz explica que así como no hay un mecanismo físico para que se las ondas de sonido intervengan con la formación de hielo, también es imposible que haya una relación con la lluvia. De lo que él se dice seguro es que alguien le ha vendido la idea a los agricultores de que los cañones granífugos son los responsables de las pocas lluvias.

"Lo que hay que investigar es quién le fue a decir a los campesinos que la Volswagen tenía la culpa. Primero que nada, Volkswagen ha metido la pata, es absurdo lo que han comprado, no sirven para nada, ya habrían comprado un brujo que bailara, pero la gente le tiene miedo a lo desconocido, y cuando la ciencia no se explica (...) la gente se asusta con lo desconocido, y sobre todo cuando estamos hablando de comida y de la subsistencia de sus hijos".

Hasta el Senado ha emitido una opinión

En México fue hasta hace dos años que la Cámara de Senadores solicitó investigar los efectos secundarios que podría provocar el uso de los cañones al ambiente y a la salud humana.

La petición le fue extendida a la Comisión Nacional del Agua y a la Secretaría de Medio Ambiente. pero, en el escrito, el senador Raúl Gracia Guzmán de la bancada de Acción Nacional, ya aseguraba no solo la efectividad del dispositivo para disminuir granizo (a través de un fenómeno de "ionización y deionización"), sino además, que los cañones sí desencadenan una ausencia de lluvia en los alrededores.

En el documento se lee:

"el objetivo del cañón es ionizar al atmósfera (...) los iones de la atmósfera cambian su polaridad de positivo-negativo-positivo, provocando también un cambio de presión, de baja a alta, ello estimula que las condiciones de la atmósfera superior cambien y se interrumpa el ciclo del agua, en particular la condensación (...)"

Más adelante se lee que los ambientes con iones positivos afectan a animales y vegetación, y son producidos por aparatos eléctricos y computadoras.

El documento fue aprobado por el pleno.

Una postura más

Por si no fuera suficiente con los posicionamientos encontrados de sociedad civil, Senado, empresa y científicos, con la discusión pública que se ha suscitado, el académico de la Facultad de Agronomía de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP), José Juan Zamorano, ha dado a conocer que él tiene otra versión sobre el funcionamiento de los cañones granífugos.

De acuerdo al investigador mexicano, los cañones sí pueden dispersar las nubes, pues solo deben usarse cuando la temperatura de la atmósfera se encuentre a cero o menos grados centígrados. Aunque Zamorano asegura que los cañones pueden evitar precipitaciones, también dice que no siempre eliminan el granizo. "Si se usan cuando se están uniendo las gotas de agua y no hay granizo, lo que hace es dispersar y no hay control en la atmósfera porque no es estática".

Cuando le comento a Schwarz sobre la declaración de Zamorano, él me responde:

"¿Cómo puede decir alguien que se dedica a la agronomía que es posible un fenómeno meteorólogo que ni los meteorólogos te dicen que puede ocurrir? Ahí está el estudio de Wieringa y Holleman, el estudio más amplio que se ha hecho, que explica que no existe la posibilidad de que el fenómeno funcione, estos son expertos en su campo (...) es una irresponsabilidad, quien sea que lo haya hecho me parece que es una grandísima irresponsabilidad"

Aún con todas las posiciones encontradas, los permisos para cañones granífugos se siguen expidiendo. El mismo gobernador de Puebla Antonio Gali, ha dado cuenta de que la solicitud para el dispositivo fue presentada ante la Secretaría General de Gobierno. Gali también dijo que se involucrará en las conversaciones para que el conflicto quede solucionado a la brevedad y no hay mucha esperanza de que la ciencia pueda salir indemne de esta.

O se atienden las demandas de los campesinos, dándoles la razón compensándoles por cualquier tipo de daño que hayan percibido -lo que significaría aceptar que los cañones granífugos despejan las precipitaciones-, o se le da la razón a Volkswagen, con lo que la empresa seguirá utilizando los dispositivos como hasta ahora, pues el permiso necesario ya ha sido otorgado.

Más allá de las declaraciones de Gali sobre su participación en el diálogo, el futuro parece algo incierto para el uso o desuso de los cañones. Anteriormente se informó que la empresa cesaría el uso de sus cañones, pero las más recientes declaraciones hacen pensar que Volkswagen seguirá provocando los estallidos, pues se tienen los papeles en regla.

Todo el tema es un estallido esperando pasar.

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