Motorola y yo hacemos las paces – 2ª parte

La primera vez que vi al Moto X no me gustó pues a su lado estaba un hermoso Nexus 4 con su diseño vanguardista y elegante, lo cual no tiene el primero. En ese momento el Moto X pasó a la lista de los nuevos smartphones descartados y que mencioné en la 1ª parte. Seguía en primer lugar el LG Nexus 5. Al Nexus 4 tampoco lo descartaba pero pronto lo hice por no aceptar 4G.

Pero conforme fui leyendo más sobre ambos aparatos fui cambiando de parecer. De entrada no estaba dispuesto a comprar un teléfono de dimensiones mayores a mi venerado Samsung Focus, quien se acomodaba perfecto en la bolsa de mi pantalón y tamaño de pierna. El LG Nexus 5 violaba esa regla. El Moto X no.

Otra regla esencial; actualización rápida de software y su tipo. Aunque aquí gana el LG Nexus 5, la diferencia en tiempo ya no es tan grande pues Motorola pertenece a Google y el X trae casi puro Android o “stock”. Como ejemplo basta citar que el X en USA (Verizon) el martes comenzó a recibir KitKat (espero no tarde en México). Nexus 4 lo recibió un día después y pasarán semanas para que ello pase con Galaxy SIV, Sony Xperia ZL, etc.

Hasta aquí un aparente empate (1-1) entre mis dos finalistas, pero en la segunda regla la diferencia era poca, por lo tanto la balanza se inclinaba al X aunque el fantasma del Razr Maxx no se alejaba.

Continué informándome entre ambos aparatos y sus funcionalidades, no en especificaciones pues en las mismas no hay diferencia del cielo a la tierra. Tampoco necesitaba tanta memoria para la información que manejo, 16GB es más que suficiente. Lo más pesado es mi música pero toda la tengo en la nube de Google Play Music.

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La forma de activar la cámara del Moto X (agitándolo) fue algo también importante. Teniendo un hijo pequeño lo que buscas es tomar la foto con la mayor rapidez y el menor esfuerzo posible. Anque sería fantástico que la foto se pudiera tomar diciéndole al X “foto”. De hecho el “OK, Google Now” es entrenido y su pantalla casi tan nítida como las de un premium.

Otro aspecto que me gustó fue la ergonomía del Moto X; encaja perfecto en mi mano debido a su parte trasera curva que, aunque sea de plástico, se siente muy sólida. Navegar en él fue muy fluido, recordándome a mi extinto Galaxy Nexus. Las nofiticaciones en el teléfono mientras éste “descansa” no consumen mucha batería, por cierto, de muy buena duración.

Con lo antes dicho, y porque comprar un smartphone en estos días ya no es cualquier decisión, opté por el Moto X, el cual disfruto desde el pasado viernes y sin problema alguno hasta este momento. Además de que el dinero que pagué por él según mi tipo de plan, no fue tan alto como sí lo hubiera sido con uno premium.

Sin embargo, con todo lo antes dicho no significa que Motorola y yo tenemos una reconciliación eterna ¿La prueba de fuego? actualización de mi Moto X a KitKat. Si falla como con el Razr Maxx, mi frustración ya será doble. Sí sale bien, entonces me espera un feliz “matrimonio” por al menos 21 meses, tiempo de mi contrato, con quien será mi compañero inseparable y, en ocasiones, confidente también.

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