La invasión rusa iniciada en febrero de 2022 ha obligado a Ucrania a reinventar su estrategia militar. Tras casi cuatro años de conflicto, el país ha convertido la innovación tecnológica en un recurso vital para resistir. En este contexto, los drones se han transformado en protagonistas, pasando de ser herramientas de reconocimiento a convertirse en armas de combate capaces de alcanzar velocidades comparables a un tren bala.
El ministro de Transformación Digital de Ucrania, Mykhailo Fedorov, confirmó que uno de estos drones interceptores logró superar los 400 km/h, rompiendo incluso el récord de velocidad oficial de un Fórmula 1. El motor fue fabricado por Motor-G, parte de la plataforma de innovación militar Brave1, que produce miles de unidades adaptadas a las condiciones del frente.
Ni Ferrari ni Red Bull: el nuevo campeón de velocidad es un dron ucraniano
Los nuevos drones ucranianos son interceptores de hélice diseñados para neutralizar aeronaves enemigas, incluidos los Shahed iraníes usados por Rusia. Su fabricación se centra en motores nacionales de bajo costo, capaces de producirse en masa y con gran resistencia a las condiciones extremas del campo de batalla.
Además de su velocidad, destacan por su precio: menos de 50,000 pesos mexicanos por unidad según el reporte de Defender Media, lo que los convierte en una alternativa accesible frente a sistemas más sofisticados.
La utilidad de estos drones es evidente: permiten interceptar objetivos enemigos con rapidez y precisión. Sin embargo, también representan un desafío para las propias fuerzas ucranianas. Oficiales han señalado que las operaciones de rescate de soldados heridos se complican debido a la constante vigilancia aérea, obligando a depender de la oscuridad, el mal clima o el humo para moverse sin ser detectados.
De acuerdo con la información reportada por Business Insider Africa, este doble filo refleja cómo la guerra moderna ha cambiado: la tecnología no solo ofrece ventajas, también redefine las dificultades en el terreno.
Los drones ucranianos han demostrado ser efectivos contra las aeronaves rusas, que también han evolucionado hacia modelos más avanzados. La guerra de drones se ha convertido en un enfrentamiento paralelo, donde la velocidad, la autonomía y la capacidad de producción masiva son factores decisivos. Rusia, por su parte, ha aprendido de estas tácticas y ha reforzado su propio arsenal con drones con inteligencia artificial, generando una carrera tecnológica constante. El resultado es un campo de batalla donde los drones ya no son apoyo, sino protagonistas.
De este modo, la guerra en Ucrania confirma que la tecnología y la inteligencia artificial son ahora piezas centrales en los conflictos armados. Los drones rápidos y baratos han cambiado las reglas del juego, y su impacto trasciende fronteras. En México, por ejemplo, los cárteles han comenzado a replicar tácticas similares, utilizando drones para vigilancia y ataques.
Ante esta amenaza, Estados Unidos y México han acordado reforzar la cooperación para frenar el uso criminal de estas tecnologías. La lección parece ser, lo que hoy se prueba en el frente de Ucrania puede convertirse mañana en un desafío global de seguridad, incluso al otro lado del mundo.
Portada | Atlantic Council
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