China gasta su última oportunidad para que la natalidad aumente en el país: tocar puerta por puerta en busca de mujeres

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Ismael Garcia Delgado

Editor Jr

Comunicólogo y Periodista por la UNAM. Redactor, locutor, guionista y creador de contenido. Apasionado por la música ochentera, el cine de acción/sci-fi, series dramáticas y la literatura hispana. Fiel defensor del séptimo arte mexicano.

Se casó. Al registrar su matrimonio, un funcionario gubernamental la incentivó a tener un hijo entregándole vitaminas prenatales gratuitas. Tiempo después, otro funcionario la llamó para preguntarle si las tomó. Cuando quedó embarazada, recibió otra llamada de seguimiento. Pasaron los meses y, tras dar a luz, otros funcionarios se presentaron en su casa con tal de tomarle una fotografía al bebé para archivarla.

Este es el caso de Yumi Yang, quien, al parecer, no ha sido la única mujer en sufrir este tipo de presión por parte del Estado para embarazarse. Con los registros de descenso en su población, China ha tomado un rumbo diferente a la política de "hijo único". A tal grado de ir de puerta en puerta. ¿Para qué? Inmiscuirse en la vida íntima de las mujeres.

Tal como lo contó el New York Times, el testimonio de Yang forma parte de una nueva campaña gubernamental china a fin de incentivar un mayor número de embarazos. La cuestión es que dicha medida no se limita solo a tocar puerta en puerta para preguntarles a las mujeres si desean tener o no hijos, sino, que esto incluye cursos en universidades sobre el matrimonio y la crianza.

En este sentido, Xi Jinping destacó la maternidad como una responsabilidad pública. Con su actual índice de fertilidad estimado en 1.1, el mandatario buscó enfatizar la importancia de las prioridades del Partido Comunista.

Como era de suponer, las mujeres no se quedaron de brazos cruzados. Según lo retomado por el Times, hubo quienes expresaron su descontento a través de las redes sociales. Allí, señalaron que funcionarios locales les llegaron a preguntar detalles personales como la fecha de su último ciclo menstrual.

En su mayoría, más allá de apuntar estas acciones como fuera de lugar, argumentaron que el gobierno ignora problemas reales de fondo. Entre ellos se encuentran los elevados costes de crianza y las dificultades para equilibrar la maternidad con sus carreras profesionales.

Otros testimonios indicaron que, entre los barrios donde funcionarios buscaron la manera de promover la fertilidad, en realidad se encuentra un patrón: las mujeres jóvenes no quieren tener hijos. Lo anterior pone contra la espada y la pared al Estado bajo el temor de volver a prácticas pasadas en cuanto al control reproductivo.

Y si bien todavía no se han llegado a esos niveles, el discurso viene fuerte. Una de las ideas que se busca implantar es la reducción de abortos innecesarios. Incluso, en algunas de ciudades ya se requiere una aprobación oficial para la interrupción del embarazo, posterior a las 14 semanas de gestación. Esto comenzó a generar cierta incertidumbre en materia de la libertad sexual.

Con su reducción de nacimientos en 2023, sumado a la política que cesa las adopciones internacionales, parece que se buscará dar un empuje en la natalidad a costa de un control sobre las decisiones de las mujeres. Por ahora, todo indica que los funcionarios continuarán con sus visitas de puerta en puerta.

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