El sistema que evita que Europa y América del Norte se congelen puede colapsar y los científicos ya están preocupados

Océano
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Obed Nares

Editor Jr

El océano Ártico, y en particular el Giro de Beaufort (una de las principales corrientes oceánicas), se ha convertido en el nuevo epicentro de la preocupación climática global. Este sistema de corrientes marinas ubicado al norte de Alaska y Canadá sufre transformaciones rápidas a causa del calentamiento global. Lo alarmante es que estas alteraciones podrían detonar una reacción en cadena capaz de desestabilizar la Circulación Meridional del Atlántico (AMOC, por sus siglas en inglés), la cual actúa como un gigantesco sistema de regulación térmica para el hemisferio norte.

Un nuevo estudio llevado a cabo por científicos de Noruega, Suecia, Alemania y el Reino Unido señala que el adelgazamiento del hielo marino ha comenzado a afectar la estabilidad del Giro de Beaufort. Esto podría generar una liberación masiva de agua dulce hacia el Atlántico Norte, desestabilizando la AMOC y desencadenando impactos “repentinos y de gran alcance”.

El punto de inflexión del Ártico: el momento en que los cambios se vuelven irreversibles

El estudio advierte que si el hielo marino del Ártico sigue derritiéndose al ritmo actual, el Giro de Beaufort perderá su capacidad de retener agua dulce. Este proceso, que ya ha sido proyectado incluso bajo escenarios de emisiones intermedias, podría alcanzar un punto crítico. Una vez superado, los científicos temen que el flujo de agua dulce hacia el Atlántico sea tan grande que debilite o colapse la AMOC.

Este sistema de circulación oceánica, también conocido como la "cinta transportadora del océano", es responsable de redistribuir el calor por todo el planeta y modera las temperaturas en regiones clave como Europa occidental y el este de América del Norte.

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Los cambios en las corrientes podrían provocar un aumento rápido del nivel del mar en la costa este de Estados Unidos, tormentas más intensas y frecuentes, y modificaciones dramáticas en los patrones de lluvia y sequía a nivel global. En la Amazonía, por ejemplo, las estaciones húmeda y seca podrían invertirse, poniendo en riesgo ecosistemas enteros y la agricultura local.b

Los modelos climáticos confirman la amenaza: el cambio es probable incluso si las emisiones se moderan

Una de las conclusiones más inquietantes del estudio es que la contracción del Giro de Beaufort está prevista tanto en escenarios de altas emisiones como en escenarios intermedios. Esto quiere decir que no hace falta que el calentamiento global alcance sus máximos previstos para que se desencadene esta crisis.

Según SciTechDaily, los científicos responsables del estudio publicado en JGR Oceans advierten que la única forma de evitar este colapso es con una reducción drástica y urgente de las emisiones de gases de efecto invernadero. La climatóloga Céline Heuzé, de la Universidad de Gotemburgo, lo resumió claramente en declaraciones al citado medio:

"La reducción del hielo marino en la zona podría llevar a un punto crítico en el que la AMOC colapse"

Un punto de inflexión difícil de revertir

El temor más grande es que este colapso represente lo que los científicos denominan un "punto de inflexión climático". Según Daily Galaxy, Raffaele Ferrari, profesor del MIT, advierte que se trata de un evento que desencadenaría impactos tan profundos que serían difíciles o incluso imposibles de revertir. La desestabilización de la AMOC modificaría las grandes corrientes oceánicas del planeta, provocando cambios caóticos y duraderos en el clima global.

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A pesar de estas alarmas, aún existe una pequeña ventana de esperanza. TCD menciona un estudio publicado en febrero que indica que la AMOC no ha mostrado signos de debilitamiento en las últimas seis décadas. Sin embargo, los científicos coinciden en que si no se toman medidas ahora, la pregunta dejará de ser "si" la AMOC colapsará y pasará a ser "cuándo".

La comunidad científica señaló que es necesario reducir las emisiones de carbono si queremos evitar una catástrofe climática. Esto implica abandonar progresivamente los combustibles fósiles, adoptar fuentes de energía renovables y transformar tanto nuestras economías como nuestros estilos de vida.

También sugieren acciones individuales como cambiar a sistemas de calefacción más eficientes como bombas de calor, instalar paneles solares o utilizar cocinas de inducción son algunas formas en las que cada hogar puede contribuir a reducir la huella de carbono.

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