Contrario a lo que muchos empleadores pueden pensar, la Generación Z no es más floja que las generaciones pasadas. De acuerdo con Thomas Roulet, investigador de la Universidad de Cambridge, los jóvenes "solo están pidiendo algo diferente del trabajo". Es por ello que la dinámica en el mundo laboral está comenzando a cambiar.
Y es que recientemente hemos visto cómo la Generación Z tiene comportamientos que no les gustan a las empresas, como no "mantenerse leales", no avisar cuando toman descansos o el "ghosting" laboral. Veamos qué tiene que decir al respecto Roulet.
Antes de continuar, hay que ponernos en contexto. ¿Quiénes conforman la Generación Z? El estudio de las generaciones es tan ambiguo como complicado en algunos casos, pero de acuerdo con el artículo en Wikipedia destinado a esta generación, son aquellos que nacieron en la segunda mitad de la década de 1990 y finales de la década del 2000.
Se trata de una generación que actualmente está entrando en el mundo laboral, con representantes que rondan entre los 18 y 30 años. En los últimos años, ha sido común encontrarse en internet (o en la vida misma) comentarios respecto a las prácticas laborales de la Generación Z. Uno de los más sonados es que son "trabajadores flojos".
Sin embargo, Roulet, quien trabaja en Cambridge como profesor de Sociología Organizacional y Liderazgo, piensa lo contrario. A sus ojos, la Generación Z para nada es floja. Menciona que cada nueva generación que ingresa al ambiente laboral se enfrenta al juicio de las más viejas, con el estigma de que "hacen mal las cosas" o que "no les gusta trabajar".
En un texto publicado en la revista digital de la Universidad de Cambridge, Roulet hace referencia a un supuesto estudio realizado durante 2008 en Francia, donde se comparan las motivaciones de los jóvenes con un estudio similar de 1972. Como era de esperarse, se encontró que tanto los jóvenes de la década de los 70, como los de finales de los 2000, buscaban cosas similares: un trabajo interesante, buen ambiente laboral y un salario adecuado.
Para Roulet, lo que cambia a través de las generaciones no son las motivaciones básicas del empleo, como el salario o el interés, sino lo que las empresas pueden ofrecer a sus trabajadores en su vida. En sus palabras:
"El trabajo se ha convertido en una parte cada vez más importante de nuestras vidas. Le pedimos a nuestros empleadores que nos brinden impacto y crecimiento, pero también que no eclipsen nuestra vida personal. El resultado es que las exigencias a los empleadores de las generaciones Y y Z son mayores que las de las generaciones anteriores".
Balance entre trabajo, vida y aspiraciones
Pero, ¿qué significa todo esto? Básicamente, lograr un equilibrio entre trabajo y vida. Aquellas empresas que logren inspirar a una generación en búsqueda de un significado un poco más complejo de lo que están haciendo laboralmente, serán las que con más facilidad logren captar la atención de la Generación Z.
Por lo tanto, no es que la Generación Z sea más perezosa que las demás, sino que tienden a exigir más a sus empleadores y lugares de trabajo. "Lo que realmente está sucediendo aquí es que simplemente están reaccionando a que el trabajo les ocupa cada vez más espacio y no les da el propósito que buscan en la vida", dice Roulet.
Finalmente, cierra con una declaración contundente:
"A los empleadores les encanta la idea de que la gente se haya vuelto más perezosa, porque eso les permite mostrarse complacientes. Atribuir todo esto a diferencias generacionales los exime de la responsabilidad de hacer cualquier cosa para arreglar la situación".
De hecho, Roulet menciona que en un ambiente tan cambiante como el actual, donde en muchas ocasiones el salario no es lo suficientemente bueno como para "amarrar" a un empleado, lo que queda para las compañías es hacer que sus trabajadores se sientan cómodos en el lugar donde se están desarrollando profesionalmente. Lo que buscan es un empleo que encaje bien con su ideología y una zona en la cual sientan que comparten intereses.
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