Ya conocemos las nuevas reglas para la edición número 98 de los premios Oscar. Entre los cambios más relevantes se encuentran modificaciones en los procesos de votación y, por primera vez, ajustes específicos en los criterios de elegibilidad: la Academia ahora aceptará largometrajes que tengan contenido generado mediante inteligencia artificial generativa.
El anuncio se da tras un 2024 marcado por protestas del sindicato SAG-AFTRA, que cuestionó el uso de inteligencia artificial en producciones audiovisuales, bajo el argumento de que sustituía injustamente el trabajo físico y vocal de los actores. Estas manifestaciones derivaron en negociaciones que finalmente aseguraron una compensación más justa para los artistas involucrados, aunque no terminó con las protestas por parte de los trabajadores en el resto del mundo.
Según el comunicado de la Academia, se permitirá que las películas utilicen herramientas de inteligencia artificial generativa y otros recursos digitales, siempre que se respete el rol central del autor humano. De hecho, se aclara que el uso de estas tecnologías no influye positiva ni negativamente en las posibilidades de obtener una nominación.
A partir de ahora, los comités de evaluación pondrán mayor énfasis en el resultado creativo final y, sobre todo, en el grado de involucramiento humano en el proceso de autoría. Es decir, lo importante será valorar la producción como un logro artístico y considerar en qué medida una persona estuvo en el centro de ese proceso creativo.
En términos prácticos, que un largometraje incluya inteligencia artificial en su producción no será motivo de descalificación, siempre y cuando la obra refleje una visión creativa liderada por una persona y no exclusivamente por una máquina.
La clave está en los términos
Un punto que destaca en la comunicación oficial de la Academia es la precisión terminológica. Se habla específicamente de “inteligencia artificial generativa”, y no simplemente de inteligencia artificial, término que suele usarse de forma generalizada para referirse a tecnologías como ChatGPT, Gemini u otros asistentes similares.

La inteligencia artificial "tradicional" suele emplearse para ejecutar tareas específicas mediante algoritmos definidos. Por ejemplo, filtrar correos spam, realizar recomendaciones de contenido o responder a comandos simples en asistentes como Siri o Google Assistant.
En cambio, la inteligencia artificial generativa se refiere a sistemas capaces de crear contenido nuevo a partir de instrucciones humanas. Estos modelos pueden producir texto, imágenes, audio o video, como es el caso de herramientas como ChatGPT, DALL·E, Sora, Veo y muchas otras.
Este tipo de inteligencia artificial parte de modelos de lenguaje de gran escala (LLM), como los GPT de OpenAI, diseñados para interpretar lenguaje natural y realizar tareas complejas en distintos formatos. Es precisamente esta clase de tecnología la que la Academia reconoce, así como los contenidos generados con ella: clips, efectos visuales o elementos adicionales que pueden integrarse en una producción cinematográfica.
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