Una cueva en forma de gusano con objetos de más de 1,000 años de antigüedad: el secreto mejor guardado hasta ahora en Chichén Itzá

Una cueva en forma de gusano con objetos de más de 1,000 años de antigüedad: el secreto mejor guardado hasta ahora en Chichén Itzá
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Steve Saldaña

Editor Senior

Periodista de tecnología y ciencia. Escribo y analizo la industria de plataformas tech en México y soy fan de la ética tecnológica. También soy miembro de la Red Mexicana de Periodistas de Ciencia. Hago locución comercial, produzco podcast y soy presentador del podcast semanal ROM. LinkedIn

No todo ha sido visto en la región de Chichén Itzá: el INAH ha hecho el mayor descubrimiento desde la década de los 50, en una cueva subterrránea de nombre Balamkú a casi tres kilómetros al este del Templo de Kukulkán. La cueva es una especie de "gusano" en donde para acceder los investigadores deben andar aproximadamente 400 metros para comenzar a abrir las galerías y cámaras, la mayor de ellas de 3.8 metros de altura.

En las galerías hay todo tipo de objetos: incensarios, alimentos carbonizados, semillas, piedras de molienda, malacates y metates, así como claras representaciones de jaguares. Aún con los estudios correspondientes por hacer, el Instituto Nacional de Antropología e Historia ya estima que los objetos debieron haber sido usados en el periodo del 700 d. de C al 1,000 d. de C.

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La mejor parte es que, debido cuan difícil es llegar a las galerías, casi todo se ha permanecido en perfecto estado de conservación, por lo que serán piezas que ayudarán a investigadores a descifrar cómo se hacían los rituales, qué elementos se necesitaban, y así develar un poco más de la cosmogonía maya.

El guía

La cueva fue descubierta de forma azarosa por un grupo de ejidatarios de vuelta a 1966. De la comunidad de San Felipe, los cinco ejidatarios que han sido identificados fueron acompañados por un niño de nombre Luis. Más de 50 años después, Luis Un tiene ya 68 años, y fue el encargado de hacer el reporte de la cueva.

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El año pasado fue el guía para el equipo de investigadores del proyecto Gran Acuífero Maya, en donde están los investigadores del INAH, pero que también cuenta con el acompañamiento financiero de National Geographic Society y la Universidad Estatal de California en los Angeles.

Para conseguir que la cueva siga teniendo la menor intervención humana posible, la primera fase de exploración consiste en crear un modelo 3D de la cueva. El rastreo digital y mapeo de toda la caverna permitirá hacer estudios sobre la localización de los objetos incluso sin estar físicamente ahí.

Aún con meses de investigación, el grupo solo ha recorrido cerca de 450 metros, lo que equivale a una tercera parte de toda la cueva.

Habrá además una exploración subacuática de la cueva, pues hay un manto freático al interior de ella. Las hipótesis respecto al lugar es que ahí acudían nuestros ancestros a realizar peticiones de lluvia, en un recorrido simbólico al inframundo en donde estaban las deidades de la fertilidad. Según lo registrado, en el mismo periodo del tiempo en qeu se asigna a los objetos de la cueva, la región atravesó por una dura sequía.

El INAH ha tomado ya bajo resguardo la cueva para hacer las exploraciones.

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