Durante décadas fueron parte del paisaje urbano y un recurso para comunicarse en emergencias. Hoy, las casetas telefónicas de la Ciudad de México están más cerca de desaparecer. El Congreso capitalino aprobó un exhorto para retirar más de 213 mil estructuras que permanecen en las calles pese a llevar años en completo desuso.
La discusión no es nueva, pero ahora vuelve a cobrar fuerza en un contexto donde casi toda la población se comunica desde el celular y donde estas cabinas ya no cumplen una función clara, más allá de ocupar espacio. Según un reporte de La Jornada, en la Ciudad de México existen más de 213 mil casetas telefónicas distribuidas en distintas alcaldías, muchas de ellas instaladas desde la década de 1960, cuando funcionaban con monedas y representaban una vía esencial de comunicación.
Con el avance del internet y la telefonía móvil, su uso cayó de forma drástica, pero la infraestructura nunca fue retirada del todo. El Congreso de la Ciudad de México solicitó tanto a autoridades federales como locales que se retiren del espacio público, al considerar que ya no responden a las necesidades actuales de la población y se encuentran, en su mayoría, inoperables y deterioradas.
Una ciudad conectada al celular, no a las cabinas
El desuso de las casetas también se refleja en los hábitos digitales. De acuerdo con datos de la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares 2024, en la Ciudad de México 81.7% de las personas utiliza teléfono celular y 36.6% computadora, lo que refuerza la idea de que la telefonía pública dejó de ser una herramienta relevante en zonas urbanas.
En el documento aprobado por el Congreso se señala que, aunque la telefonía pública fue clave para democratizar el acceso a la comunicación, hoy “no se refleja un uso activo” y las cabinas existentes están en estado de abandono.
Vandalismo, basura y problemas urbanos como argumento central
El deterioro no es solo tecnológico, también urbano. Según el reporte, muchas de estas casetas están vandalizadas, abandonadas o convertidas en basureros improvisados, lo que genera malos olores, condiciones insalubres y contaminación visual. A esto se suma la obstrucción del espacio público, el daño a la imagen urbana y la afectación a la accesibilidad peatonal.
De acuerdo con SDP Noticias, los legisladores enlistaron problemas como la acumulación de basura, el desprendimiento de materiales como plásticos y metales y el uso indebido de las cabinas, factores que justifican su retiro inmediato.
Exhorto directo a alcaldías y autoridades regulatorias
El acuerdo aprobado no se limita a una recomendación general. El Congreso exhortó a las 16 alcaldías a realizar censos exhaustivos sobre los permisos y autorizaciones vinculados a las casetas telefónicas en sus demarcaciones, con el objetivo de verificar su vigencia y estado operativo.
En caso de confirmar su desuso, se plantea la revocación de los permisos correspondientes. Además, se pide a la Comisión Reguladora de Telecomunicaciones que, en coordinación con las alcaldías y según su presupuesto, lleve a cabo el retiro de bases, soportes y cualquier elemento estructural asociado a estas cabinas.
El choque entre regulación, nostalgia y telecomunicaciones
El tema también tiene un trasfondo regulatorio. Según la revista Fortuna, Carlos Slim ha señalado que Telmex lleva años solicitando autorización para retirar teléfonos públicos que ya no se usan, pero que las reglas vigentes lo han impedido. De acuerdo con el empresario, existen cientos de miles de aparatos distribuidos en el país que ya no se fabrican ni se mantienen.
El contraste es que mientras el Congreso capitalino busca liberar espacio urbano, las normas del sector han mantenido con vida una infraestructura pensada para otro México.
Cabe recordar que las casetas telefónicas no siempre fueron invisibles. Según un reporte de El Universal, comenzaron a instalarse de forma masiva en los años sesenta y para 1967 ya existían cerca de un millón de aparatos distribuidos por toda la capital. Fueron símbolo de modernidad, privacidad y acceso a la comunicación en una ciudad que crecía rápido.
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