Que no entiendas las leyes por su redacción tan particular es más común de lo que parece y este estudio del MIT lo explica

Por Que No Entendemos Leyes MIT
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Si algo caracteriza a los documentos legales es que son muy difíciles de leer. Generalmente esto se debe a la jerga propia de este tipo de textos, muchas veces anticuada y compleja. Esto es un verdadero dolor de cabeza no solo para los no iniciados en el ámbito jurídico, sino también para los propios abogados.

Investigadores del MIT han descubierto otra razón detrás de la complejidad de los textos jurídicos. De acuerdo con este estudio, el problema no radica solo en el uso de palabras complejas, sino en la forma en la que se estructuran las frases y en el uso excesivo de términos técnicos, incluso cuando existen alternativas más sencillas.

La hipótesis del hechizo mágico

Este trabajo, publicado recientemente en Proceedings of the National Academy of Sciences, partió de un estudio realizado previamente por los mismos autores, en el cual se compararon miles de contratos legales con textos de otros tipos. En aquella ocasión descubrieron un patrón: la inserción de definiciones largas en medio de oraciones simples. A esta estructura se le conoce como center embedding o incrustación central.

Los investigadores necesitaban entender el porqué del constante uso de esta estructura en los documentos jurídicos. Ellos creían que los textos legales empezaban con estructuras simples y que con el tiempo se añadía más información, definiciones y cláusulas dentro de oraciones ya existentes, Esto daba lugar a estructuras gramaticales más complejas, largas y confusas. A esta idea la llamaron "hipótesis de copiar y editar".

Sin embargo, tras una serie de experimentos realizados con participantes no abogados, los resultados sugirieron que la "hipótesis del hechizo mágico" podría ser más precisa. Esta sugiere que el uso de la incrustación central funciona como una señal de autoridad, similar a los hechizos mágicos, que usan rimas antiguas para distinguirse del lenguaje cotidiano.

Jurado

El experimento

Para poner a prueba su primera hipótesis, los investigadores reclutaron a 200 hablantes nativos de inglés sin relación con la abogacía. Ellos participaron en un experimento en el cual se les solicitó redactar leyes para prohibir delitos como el robo, el tráfico de drogas, el incendio provocado y la conducción en estado de ebriedad. Después debían escribir una historia acerca de esos mismos delitos, utilizando un lenguaje más natural.

A la mitad de los participantes se les solicitó redactar las normas de una sola vez, mientras que a la otra mitad se les pidió escribir un borrador inicial y luego agregar más información. Otro grupo de 80 participantes debían escribir leyes, así como descripciones que explicaran esas leyes a visitantes extranjeros.

En los tres casos, las personas usaron la incrustación central para redactar las leyes, mientras que a la hora de escribir el artículo o describir dichas normas, preferían hacerlo con un lenguaje mucho más sencillo. Este resultado refuerza la idea de que el estilo complejo del lenguaje legal se percibe como parte de su naturaleza formal y autoritaria.

Leyes

Ahora toca indagar en sus orígenes

Edward Gibson, profesor de ciencias cognitivas y cerebrales del MIT, y Eric Martinez, profesor de la Universidad de Melbourne, son los autores principales de artículos y quienes lideraron esta investigación. Ahora buscan dar con el origen de la incrustación central en los documentos legales.

Los investigadores se han propuesto analizar las leyes británicas en las cuales se basaron las primeras legislaciones estadounidenses, en busca de este tipo de construcción gramatical. También planean buscar este tipo de oraciones en el Código de Hammurabi, el conjunto de leyes más antiguo que se conoce, el cual data del 1750 a. C., aproximadamente.

El equipo a cargo de esta investigación espera que su trabajo motive a los legisladores y especialistas en estos temas a redactar leyes que sean más accesibles para los ciudadanos sin comprometer la precisión jurídica.

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