"No es un club de lectura. Es una fiesta de lectura". No cuentan ni su origen, forma de organización o de qué trata, simplemente acuden y platican sobre libros en, precisamente, una fiesta. Bajo el nombre de Reading Rhythms, esta es la peculiar actividad originaria de Estados Unidos que se ha vuelto una sensación.
"Pude ver el arte de reunirse durante toda la noche". Este es uno de los testimonios que se pueden encontrar en el portal web de Reading Rhythms. Lo interesante de este fenómeno es que parece mantener las bases de las llamadas speakyeasy pero, en lugar de concentrarse en un lugar inhóspito para beber, sus asistentes simplemente se reúnen a leer y platicar de ello.
"Leer no tiene por qué ser algo solitario". Para Ben Bradbury, cofundador de Reading Rhythms, hablar sobre lo que uno lee es una excelente manera de romper el hielo en una conversación. Tras mudarse a Nueva York en 2017, experimentó cierto aislamiento al conocer solo a una persona, lo que despertó en él una sensibilidad especial por la construcción de comunidades.
Tal como explican en El País, la idea de organizar encuentros para leer en silencio junto a otras personas surgió durante la pandemia, cuando él y su compañero de piso, Tom Worcester, notaron que su ajetreada vida social les dejaba poco tiempo para la lectura. Fue entonces que idearon un espacio que no solo fomentara este hábito, sino también la conexión entre personas.
El primer intento se dio durante el verano de 2023. Ben y Tom organizaron un encuentro en la azotea de un edificio en Brooklyn donde vivían dos de sus amigos. Crearon una lista de reproducción especial para la ocasión y abrieron las puertas a los asistentes. Diez personas se sumaron al evento. Básicamente fue un "chicle y pega". Y pegó.

"Este es el tipo de evento en el que conocería a mi esposo". El éxito de aquel primer encuentro fue tan rotundo que sentó las bases de una comunidad que ha ido más allá de Nueva York e incluso de Estados Unidos. Desde entonces ha atraído la atención de medios en ambos lados del Atlántico. La cita anterior fue recabada por el New York Post que entrevistó a Jacey Adler, una joven de 26 quien terminó como pareja de nada menos que el propio Ben Bradbury.
Por su parte, la revista Rolling Stone explicó que este tipo de eventos no se tratan de una reunión de "alto octanaje". En su lugar, es un ambiente lleno de tranquilidad, conectividad y relajación. Básicamente dieron a entender que este método de convivencia puede ayudar a mejorar la salud mental o disminuir sentimientos de soledad. Incluso señalaron la posibilidad de aplicar las sesiones de lectura en otras áreas como la corporativa y empresarial.
De igual manera, en Condé Nast Traveler hacen mención que esta tendencia ha demostrado que muchas personas buscan desconectarse de las pantallas y sumergirse en experiencias más auténticas, ya sea en el mundo real o, al menos, en el literario. En otras palabras, las plataformas de streaming y redes sociales no han dado la estocada final a la bella costumbre de hojear un libro y sumergirte entre líneas.

My evening at Reading Rhythms. Molly Young asistió a una de las fiestas organizadas en un bar de Brooklyn para preparar un reportaje para The New York Times. Al llegar, se encontró con un ambiente acogedor: sillones antiguos, sofás aterciopelados, velas, ponche, cerveza y música de piano en vivo. En algunas ocasiones, incluso hay invitados especiales.
La dinámica del evento es sencilla. Al ingresar, cada asistente recibe una etiqueta con su nombre, elige un asiento y escucha al anfitrión explicar el desarrollo de la velada. Se destinan dos períodos de 30 minutos para la lectura, separados por un descanso, y al finalizar se abre un espacio para el debate, donde los participantes comparten ideas sobre distintos temas.
Aunque la lectura es el eje central, el evento también fomenta la interacción social. Durante los descansos, los asistentes pueden conversar sobre lo que leyeron e intercambian opiniones con otros participantes. Bien pueden estar inmersos en novelas, cómics o cualquier otro texto. La popularidad del evento ha crecido tanto que, la noche en que Young asistió, con una entrada de 10 dólares, hubo una lista de espera de 270 personas.

"La soledad de la lectura con el componente social de la conexión". Ahora, Reading Rhythms no solo organiza fiestas multitudinarias con cientos de asistentes, sino que también ha colaborado con la Biblioteca Nacional, Hudson Yards y han llevado la experiencia al aire libre con eventos en plazas llenas de sillas dispuestas para los participantes.
Sin embargo, no todos consideran que dicha actividad sea una idea tan original, ni todos los asistentes acuden únicamente con el propósito de leer y debatir sobre sus libros. Cuando un video de una de las fiestas se volvió viral en TikTok, no faltaron quienes reaccionaron con ironía ante el concepto. Uno de los comentarios relacionó este tipo de fiestas con una biblioteca.
Aunque estas reuniones no se han popularizado en México, podemos resumir esta noticia con algo positivo: la lectura continúa en pie de lucha.
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