Durante la renovación de un edificio construido en 1806 en Gorham, Maine, lo que comenzó como un trabajo rutinario de restauración terminó por revelar un tesoro inesperado. Los trabajadores encontraron decenas de notas escritas por estudiantes hace más de 200 años, escondidas entre las paredes y los pisos de madera podrida de una antigua academia, hoy forma parte de la Universidad del Sur de Maine.
Según un reporte de Local12, los papeles datan de principios del siglo XIX y se observa que son cosas de las que hablan los jóvenes. "Esto es como los mensajes de texto o Snapchats que envían en medio de la clase, algo que no deberían hacer", dijo la Dra. Libby Bischof, historiadora de la Universidad del Sur de Maine en entrevista a ABC 8 WMTW. Entre las frases halladas, destacan mensajes como "¿Quieres que nos veamos junto al columpio?" o "¿Damos un paseo?", lo que refleja una vida estudiantil no tan diferente a la actual, solo que escrita con pluma y papel en lugar de emojis.
Cartas de amor, dibujos y ensayos florales: el lado humano y cotidiano de los estudiantes de hace dos siglos
Lejos de ser documentos académicos o históricos en sentido estricto, el contenido de estas notas revela la vida social, emocional y creativa de los jóvenes de aquel tiempo. De acuerdo a un reporte de Bangor Daily News, también se encontraron caricaturas de profesores, centradas en rasgos prominentes como narices grandes y pequeños ensayos sobre temas tan inusuales como la belleza de las flores de manzano.
"Tenemos un miniensayo precioso sobre flores de manzano, es encantador", comentó Susie Bock, Coordinadora de Colecciones Especiales de la universidad. Bock, quien actualmente trabaja en la restauración y preservación de los documentos, destacó que aunque los textos son informales y casuales, ofrecen una valiosa ventana al pasado. "Son recursos primarios que nos muestran cómo vivían y sentían los jóvenes hace más de dos siglos", aseguró.

Las notas estudiantiles: un recurso subestimado que sigue siendo clave en la educación actual
Según expertos, la toma de apuntes estimula procesos cognitivos clave como la memoria, la concentración y la organización del pensamiento. Se estima que el rendimiento académico puede mejorar hasta un 34% cuando los estudiantes toman apuntes activamente, en lugar de depender solo de grabaciones o transcripciones automáticas.
Además, tomarlas permite a los alumnos adaptar la información a su propio estilo de aprendizaje, quienes piensan en imágenes pueden usar diagramas, mientras que los más analíticos prefieren listas y definiciones. Esta personalización transforma un acto mecánico en una experiencia de aprendizaje más profunda.

Cabe destacar que el hallazgo de Maine no es el único que demuestra que las experiencias estudiantiles siempre han sido tan similares. Según un reporte de HuffPost, una tablilla cuneiforme de hace unos 4,000 años, encontrada en la antigua Babilonia y conservada en el Museo Ashmolean de Oxford, muestra cómo un estudiante cometió un error al calcular el área de un triángulo.
Este simple fallo, grabado en arcilla por un alumno de geometría de la antigüedad, muestra como millones de estudiantes modernos también se equivocan, repiten, borran y aprenden.
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