Por qué no vemos pichones de las palomas en la ciudad, la ciencia tiene la respuesta

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Si vives en alguna ciudad, seguramente habrás notado que las palomas habitan los espacios públicos y campan a sus anchas, llegando incluso a estar tan acostumbradas a los humanos que se acercan a pedir comida (o robarla). Sin embargo, estoy seguro de que la gran mayoría nunca habrá visto una paloma bebé.

¿Dónde se encuentran las futuras palomas que surcarán los cielos de las ciudades? ¿En dónde se ocultan las palomas bebés que después serán responsables de llenar de popó el cabello, automóviles, edificios y esculturas del mundo? La respuesta puede ser más extraña de lo que te imaginas.

De acuerdo con una entrevista realizada a Allan Pscheidt, profesor de biología en la Faculdades Metropolitanas Unidas, São Paulo, las palomas bebés no salen de su nido sino hasta después de 40 días de nacidas.

"Durante este tiempo, el polluelo desarrolla sus plumas y crece, saliendo del nido con un color similar al de los adultos, excepto por la ausencia de manchas de colores (ese brillo violáceo o verdoso), que se desarrolla con el tiempo".

Pscheidt explica que no es común ver a los polluelos de palomas debido a todo el tiempo que pasan en el nido antes de animarse a salir. Para el momento en que pueden comenzar a volar y a explorar el mundo junto a sus padres, ya cuentan con un tamaño considerable y cuentan con plumas de adulto. Solo poniendo atención y conociendo las características biológicas que delatan a las palomas más jóvenes podrías notar las diferencias entre las adultas y las que recién salen del nido.

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Tampoco ayuda que las palomas son realmente buenas escondiendo y construyendo sus nidos. De acuerdo con lo compartido por Birds & Blooms, revista digital destinada a cubrir información de interés para los ornitólogos y otros fanáticos de las aves, las palomas pueden construir su nido en "prácticamente cualquier rincón del una ciudad".

La construcción del nido involucra la recolecta de palitos, telas, hojas y la producción de heces que contribuyen al endurecimiento de la estructura. Los lugares preferidos para las palomas son los edificios abandonados o de muy poca afluencia. Al ser buenas escondiendo sus nidos, es complicado ver de cerca un polluelo. Y es algo bueno, pues es conocido que estos animales tienen mala fama en el mundo.

Creo que más de alguno se habrá encontrado por ahí con la frase "las palomas son ratas aladas". La comparativa entre estos animales suele ser popular e incluso la retoman en Scientific American en una publicación en la cual se habla en su defensa. De acuerdo con esta revista, la mayoría de las muertes y contagios de la gripe H5N1 tienen como origen a las aves de corral, no a las palomas que viven en libertad.

Entre conspiraciones, pandemias y su posición en la cadena

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Sea como fuere, las palomas han sido objeto de todo tipo de quejas, ataques e incluso teorías de conspiración. Durante 2021 comenzó a circular por redes sociales que las palomas no eran reales, sino drones comandados por los gobiernos. Según una página de Reino Unido que se encarga de actualizar cómo va esta "vigilancia gubernamental", las palomas tendrían micrófonos, cámaras e incluso antenas integradas en su cuerpo, a modo de cyborgs.

Dejando de lado la fantasía, las palomas contribuyen al equilibrio de la cadena alimenticia, según Allan Pscheidt. Además, ayudan a limpiar las calles y parques de los excesos de semillas y restos de comida. Pese a todo, no es muy buena idea contribuir a que se les alimente de más, pues no toda la comida es saludable para ellas y pueden acostumbrarse a ser alimentadas.

Como anécdota extra, en Ciudad Universitaria (CU) de la UNAM ocurrió un fenómeno interesante que me tocó vivir. Antes de la pandemia por coronavirus había una gran cantidad de palomas en ciertas Facultades de CU y estaban acostumbradas a comer de lo que les dieran los estudiantes. Mi sorpresa al regresar después de casi dos años fue que prácticamente no había palomas.

Creo que se acostumbraron tanto a comer de lo que obtenían (y robaban) de los estudiantes que cuando dejaron de acudir a las instalaciones no tenían una fuente de alimento activa. Eso disminuyó su presencia, pero poco a poco fueron prosperando, hasta volver a nutrir sus números a día de hoy, aunque ya no tanto como antes.

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