En Ciudad de México se vive una emergencia vial silenciosa que ahora amenaza con cambiar la forma en la que miles de personas se transportan. Las aplicaciones de traslado en motocicleta, como Uber Moto o DiDi Moto, podrían quedar prohibidas. La razón es simple y brutal: las cifras de muertes en moto no dejan de subir. Según datos oficiales de Secretaría de Movilidad de Ciudad de México emitidos en 2024, los motociclistas encabezan las muertes por accidentes de tránsito. Solo de abril a junio, hubo 63 fallecidos. La cifra representa el 42.6% del total de muertes viales en la capital.
Laura Ballesteros, diputada federal por Movimiento Ciudadano, pidió suspender estos servicios. Señala que operan sin regulación clara, sin requisitos de capacitación obligatoria para los conductores y sin control sobre el uso de cascos certificados. Ballesteros no es una voz cualquiera. Fue subsecretaria de Movilidad en CDMX y ahora vuelve a encender las alarmas. Afirma que estos servicios aumentan el riesgo en las calles y expone que, desde 2022, han funcionado sin reglas claras ni exigencias mínimas de seguridad.
La propuesta ya está sobre la mesa. El gobierno de la ciudad debe decidir si prohíbe este servicio o si toma medidas más duras para regularlo. La preocupación no es nueva. El propio Secretariado Técnico del Consejo Nacional para la Prevención de Accidentes ha documentado el crecimiento de motociclistas sin experiencia y sin protección adecuada. La capital vive una explosión de motos como medio rápido y barato, pero las consecuencias empiezan a reflejarse con tragedias diarias.
El problema va más allá del tipo de vehículo. México entero arrastra una deuda con la seguridad vial. El exceso de velocidad aún es una constante. Los conductores no respetan los límites establecidos. A eso se suma el uso del teléfono celular mientras se conduce. Y aunque existe una Ley General de Movilidad y Seguridad Vial que establece zonas de baja velocidad, como hospitales y escuelas, su aplicación todavía es deficiente.

La falta de equipamiento también pesa. En motocicletas, solo el 58% de los conductores usa casco certificado. La mayoría de los pasajeros ni siquiera cuenta con uno. El diseño de estas unidades tampoco ofrece ninguna protección. No hay bolsas de aire, no hay zonas de deformación, ni siquiera hay cinturones de seguridad. La estructura ligera, diseñada para agilidad y velocidad, no resiste impactos urbanos. En muchos casos, el mínimo golpe se convierte en sentencia de muerte.
"No hay cascos certificados, ni conductores capacitados. Mucho menos garantías para las y los usuarios, ni la gente a su alrededor. Jóvenes y niños son quienes más lo pagan. El gobierno no puede dejar que las empresas hagan negocio a costa de la vida de la gente. Lo barato puede salir muy caro. Urge invertir en transporte público seguro, digno y regulado. Todas las muertes viales son prevenibles".
Laura Ballesteros, diputada federal por Movimiento Ciudadano

Un reto para las aplicaciones de transporte en motocicleta
Desde el punto de vista tecnológico, ninguna de estas plataformas ha integrado elementos que podrían mejorar la seguridad. No hay exigencias de frenos ABS, o monitoreo de comportamiento. La mayoría de las motos no tienen sensores de proximidad ni sistemas de navegación que limiten el uso en ciertas zonas. Tampoco cuentan con sistemas de alerta inteligentes o rastreo en tiempo real para responder rápido ante un accidente. El pasajero queda, literalmente, a la deriva en un entorno que no lo protege.
Hoy, la Ciudad de México enfrenta un dilema: movilidad rápida a bajo costo, o vidas humanas. La tecnología debe ofrecer soluciones, no riesgos. Si las aplicaciones quieren mantenerse en el mercado, tendrán que cambiar su enfoque. El futuro del traslado en moto no puede seguir dependiendo solo de la prisa.
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