Pasaron nueve años, pero hay nuevo culpable del dieselgate: él fue cómplice de Volkswagen

Continental Dieselgate
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Adolfo Reséndiz

Editor

Periodista por la Escuela de Periodismo Carlos Septién García. Técnico mecánico automotriz CEDVA. Me gusta el rap, comer asado argentino y los fines de semana largos.

El escándalo del dieselgate sigue resonando en la industria automotriz, y esta vez Continental es el centro de atención. Los fiscales alemanes impusieron una multa de 100 millones de euros al proveedor de automóviles Continental por su presunta participación en el escándalo de manipulación de emisiones de motores diesel, acorde con información de Yahoo Finance.

El dieselgate estalló en 2015 cuando los reguladores de Estados Unidos descubrieron que algunos vehículos diesel de Volkswagen estaban programados para engañar durante las pruebas de emisiones. Desde entonces, varias marcas de automóviles han enfrentado multas y procedimientos legales por su supuesto papel en este escándalo.

Volkswagen, Audi y Porsche, entre otras, han pagado multas multimillonarias. Volkswagen se enfrentó a una multa de mil millones de euros, Audi pagó 800 millones de euros y Porsche fue multado con 535 millones de euros. Mercedes-Benz también tuvo que desembolsar 870 millones de euros debido a este escándalo.

Ahora es el turno de Continental, cuya antigua división de propulsión suministró software de motor a fabricantes de automóviles, incluido Volkswagen. Los fiscales alegaron que este software contenía códigos no autorizados diseñados para engañar en las pruebas de emisiones.

Continental Vw Dieselgate Sistemas avanzados de Continental

Aunque Continental haya aceptado la multa con resignación y haya decidido no apelar, los fiscales no dan tregua en su búsqueda de justicia. Mientras tanto, el reloj corre implacable para la empresa, que tiene apenas seis semanas para desembolsar la astronómica suma de la multa al estado de Baja Sajonia, donde tiene su sede.

Este nuevo capítulo del escándalo del dieselgate no hace más que confirmar la envergadura y la persistencia del problema en la industria automotriz. Es un recordatorio contundente de que nadie está por encima de la ley y de las responsabilidades éticas. La necesidad de transparencia y de rendición de cuentas es más urgente que nunca para restaurar la confianza de los consumidores y evitar que episodios similares se repitan en el futuro.

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