Biodegradables "patito": satanizar las bolsas de plástico en México está haciendo que bolsas comunes se hagan pasar por ecológicas

Biodegradables "patito": satanizar las bolsas de plástico en México está haciendo que bolsas comunes se hagan pasar por ecológicas

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Biodegradables "patito": satanizar las bolsas de plástico en México está haciendo que bolsas comunes se hagan pasar por ecológicas
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Steve Saldaña

Editor Senior

Periodista de tecnología y ciencia. Escribo y analizo la industria de plataformas tech en México y soy fan de la ética tecnológica. También soy miembro de la Red Mexicana de Periodistas de Ciencia. Hago locución comercial, produzco podcast y soy presentador del podcast semanal ROM. LinkedIn

La contundencia de la premisa de Fernanda puede ser impopular: ahora, la gente podría estar predispuesta a optar por bolsas de papel, de tela, o de fécula de maíz, sin que ello necesariamente signifique que su huella de carbono es menos agresiva que una bolsa de plástico.

Simple y llanamente, una bolsa que no es de plástico, puede ser más contaminante que una que sí lo es.

El punto lo utiliza para argumentar que la satanización de los plásticos ha provocado la ilusión de que todo producto es mejor para el ambiente que el plástico. Sin embargo, Fernanda explica que una bolsa de las denominadas "de tela", puede permanecer en el ambiente más de 1,000 años sin un adecuado manejo de residuos.

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Fernanda Anguiano tiene todas las credenciales en la industria del reciclado de plásticos; es directora de marketing de la empresa mexicana con base en Jalisco Anguiplast, la cual fue fundada por su padre cuando ella todavía era niña con la filosofía de construir productos a base de plástico que ya hubiera tenido una vida útil antes.

La decisión de negocios puede que no haya sido la más fructífera en aquel entonces. Claro, Anguiplast se distinguió de la competencia, (tiene certificaciones del laboratorio internacional 'Eden Research', cumple con la norma de etiquetado ambiental internacional, tiene constancia de plan de manejo de residuos por la Semarnat, y cuenta con certificado de compostabilidad por el 'Indian Instituto of Packaging') pero también hizo que, debido al proceso de reciclado y fabricación especial, sus costos se elevaran respecto a los otros fabricantes que utilizaban plástico convencional. Tuvieron que pasar dos décadas para que, en pleno auge de la conciencia ecológica y el impulso a bolsas de plástico recicladas y compostables, la decisión de negocios tomara sentido.

Con el conocimiento adquirido sobre procesos de reciclado y biodegradabilidad, Anguiplast ahora consiguió una certificación el Instituto Politécnico Nacional que avala que sus bolsas de plástico son tan efectivas, que el 90% se biodegrada en seis meses. Pero la popularidad ganada debido a su experiencia en crear productos de plástico sostenibles todavía tiene la afrenta de la creencia común de que todo plástico es, por sí mismo, más contaminante que cualquier material.

Anguiplast recicla anualmente el plástico equivalente a llenar 40 veces el estadio azteca. Mensualmente son 4,000 toneladas.

"México no tiene la tecnología para certificar"

A pregunta expresa, Fernanda reconoce que la norma ideal de reciclado y biodegradabilidad en México, tendría que ser una que establezca una certificación exhaustiva a fabricantes, pero hasta el momento, las legislaciones locales en la materia no han sido lo suficientemente precisas para garantizar el grado químico de desintegración de las bolsas biodegradables.

No hacerlo, explica, conlleva a que haya fabricantes que estén usando aditivos, como fécula de maíz, y utilicen ello como prueba indubitable de la ecología del producto. "No por tener fécula de maíz un producto ya es compostable" dice Fernanda.

Un estudio publicado en Enviromental Science & Technology y hecho por la Asociación Química Americana, concluyó que, pese a que cada vez más aditivos se venden en todo el mundo a fabricantes de plásticos, con la promesa de hacer sus productos biodegradables y así cumplir con normas ambientalistas, de ninguno de los cinco estudiados en sus efectos sobre el PET se obtuvo evidencia contundente sobre su aportación a la biodegradabilidad, ni aeróbica y anaeróbica.

La clave está en que, pese a que los aditivos por sí mismos sí son biodegradables, no todos se combinan con los plásticos para dotarles de sus propiedades biodegradables.

El plástico biodegradable también contamina. Al hacerlo emite dióxido de carbono, por ello es preferible optar por el reciclado cuantas veces sea posible

México no tiene de momento una norma oficial mexicana con los requisitos con que debe cumplir un plástico que se autodenomine reciclado, biodegradable o compostable. El problema ha sido señalado antes en la Ciudad de México: el decreto de la Ley de Residuos Sólidos prohíbe la comercialización, distribución y entrega de bolsas de plástico al consumidor, excepto las compostables, pero no determina técnicamente las propiedades que debe tener una para considerarse como compostable o biodegradable.

La Ciudad de México comenzó a trabajar en la construcción de la norma, pero se trata de un proceso largo. La directora general de Evaluación de Impacto y Regulación Ambiental de la Sedema, Andrée Lilian Guigue Pérez, dijo a Animal Político en enero que el proceso podría tardar de ocho a 14 meses. Retrasos imprevistos podrían ocurrir dado que en enero no atravesábamos por una pandemia.

No determinar con claridad el piso mínimo con el que deben cumplir plásticos que se asumen como ecológicos, produce una competencia desigual. Anguiplast enfrentó desde hace décadas a competencia que por no pasar por procesos de biodegradabilidad para obtener sus productos podían ser más económicos, pero ahora dice enfrentar a quienes asumiéndose como biodegradables y compostables pueden ofrecer mejores precios dado que al menos una parte de sus bolsas están hechos con material virgen, no reciclado.

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En su mejor estimación, Fernanda calcula que el 80% de la industria no está cumpliendo a cabalidad con los nuevos requerimientos de varios estados sobre tener productos de plásticos que sean biodegradables y compostables. Matiza que no puede asegurar la magnitud, pero para ella no tiene sentido que competidores tengan productos que se dicen biodegradables y compostables a precios menores que los propios, siendo que la competencia no dedica millones de pesos, como sí Anguiplast, a desarrollo e investigación.

La solución sería un análisis a fondo, igualitario y constante a los productos hechos con plásticos en México, pero a decir de Fernanda, "el gobierno no tiene realmente el nivel para certificar".

"Las bolsas de plástico se pueden reciclar infinidad de veces, aunque te digan lo contrario. No hay límite" - Fernanda Anguiano

No todos los plásticos pueden reciclarse

No todas las bolsas son igual de ecológicas, así como no todos los plásticos son igual de reciclables. Anguiplast por ejemplo utiliza como materia prima plásticos que antes se han utilizado en bolsas, en envoltorios de electrodomésticos, y hasta en las clásicas burbujas de plástico y aire que sirven para proteger productos frágiles en su empacado. A pesar de la variedad de fuentes del plástico que utiliza como materia prima, Fernanda asegura que hay derivados que no pueden reciclarse, como por ejemplo las bolsas comúnmente referidas como "de tela", pero hechas en realidad de polipropileno. Una bolsa con esas características, que no será reciclada tras el término de su vida útil, solo tendría menos impacto ambiental "si se le utiliza toda la vida" dice Fernanda.

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El tema es todavía más complejo para el plástico metalizado que se utiliza para empaques de galletas o bolsas de frituras. El propio José Anguiano, director de Anguiplast ha reconocido en entrevistas que el material no es reciclable, de forma que termina por ser un plástico destinado a tener solo una vida útil, una de muy corta duración.

Si un plástico a altas temperaturas se quema en vez de fundirse, entonces no es reciclable

Al problema de que no todos los plásticos son igual de reutilizables, se suma que México no tiene la capacidad para reciclar el 100% del plástico que se usa, pero dicho para esos efectos, tampoco puede reciclar el 100% de papel, aluminio o cristal. Las cifras del reciclado en México tienen la dificultad añadida de que son muy dispares: la UNAM dijo en 2018 que en México se producen 300 millones de toneladas de plásticos al año, de los cuales solo se recicla el 3%.

Solo dos años después, la Asociación Nacional de Industrias del Plástico aseguró que México produce poco más de un millón de toneladas de residuos plásticos, de los cuales el 30% se recicla.

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Todos los caminos llevan al reciclaje. Lo decía a Xataka México Federico Llamas, fundador de la Universidad del Medio Ambiente: una economía circular solo podrá garantizarse si se recicla el total de elementos que utilizamos, garantizándoles tiempos de vida mayores, lo que solo puede hacerse reutilizando. En este sentido el plástico lleva las de ganar dado que hay empresas como Anguiplast que se dedican a construir materiales a partir de elementos que ya tuvieron una vida previa, una capacidad de reciclaje que no tiene el país en cuanto a cristal, papel, o aluminio.

Una legislación local completa deberá al mismo tiempo que incentivar el reciclado, garantizar un piso mínimo parejo de análisis a productos que provengan del plástico, de forma que se evite la fabricación de bolsas (y otros productos) que dicen descomponerse para para reintegrarse por completo a la naturaleza, pero sin sustento.

A decir de Fernanda, las legislaciones locales propuestas hasta ahora en México, no hacen ni lo uno ni lo otro.

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