Comí una Impossible Burger: así sabe la carne que no es carne, hecha en laboratorio a partir de plantas

Comí una Impossible Burger: así sabe la carne que no es carne, hecha en laboratorio a partir de plantas

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Comí una Impossible Burger: así sabe la carne que no es carne, hecha en laboratorio a partir de plantas
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Steve Saldaña

Editor Senior

Periodista de tecnología y ciencia. Escribo y analizo la industria de plataformas tech en México y soy fan de la ética tecnológica. También soy miembro de la Red Mexicana de Periodistas de Ciencia. Hago locución comercial, produzco podcast y soy presentador del podcast semanal ROM. LinkedIn

Lechuga que sobresale de los límites del pan, papas fritas que acompañan y rebosan en el plato, y un generoso queso cheddar deretido encima, todo hace pensar que la hamburguesa frente a mí es tan convencional como cualquier otra. Excepto que no lo es, esta hamburguesa tiene la encomienda de convencer a todo curioso y escéptico, de que la carne hecha en laboratorio con ingredientes vegetales, puede ser tan rica como una que proviene directamente de la res.

Carne que no es carne

Impossible Foods es una de las empresas que lo intenta, día con día, mejorando la receta que le ha permitido establecer alianzas con cadenas de restaurantes y supermercados en distintas partes del mundo, incluido Estados Unidos. México de momento no forma parte del territorio de la carne que no es carne, pero en el reciente viaje al CES 2020 he encontrado la manera de hacerme de una de estas hamburguesas "fake".

En el entendido de que mi paladar no es el más fino, y que este no es un medio sobre cocina y gastronomía, la Impossible Burguer es, todo un reto tecnológico que no sabe mal al paladar, pero, en el impreciso juicio que me ha dado el probar solo una, tiene mucho por mejorar.

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No es precisamente la carne más jugosa, parecería mucho más una de supermercado que una rebosante de textura y fluidez. Tampoco brilla por ser gruesa; es, si juzgamos solo por apariencia, idéntica a un ejemplar que encontramos en una bolsa de docenas de carnes en el supermercado.

La pregunta del millón es sobre el sabor. La Impossible Burguer tiene un sabor muy ahumado, como si la carne hubiera pasado del punto de cocción preciso. Las dudas inmediatas son si esto es consecuencia de una mala cocción, y si la carne habría sabido muy distinto de haberla quitado del fuego un par de minutos antes.

Ello no importa. No al menos para el escéptico que vaticina entre respaldar o no a las alternativas ecológicas a la carne en su alimentación. Me he topado con quizás el reto más grande para las empresas tecnológicas detrás del pollo que no es pollo y la carne que no es carne: así como la carne auténtica, sus productos al llegar al consumidor final no han pasado por los mismos estándares de producción. Puede que la Impossible Burguer pueda obtener un sabor mucho mejor del que me ha dejado a mí, pero para el inquieto que no tiene la convicción de abandonar la carne real por suplementos más amigables con el medio ambiente, no importará.

En momentos en que la carne y el pollo basados en vegetales intentan tímidamente convencer a quienes les invalidan automáticamente por su origen, y solo un grupo de curiosos (además de veganos) se aventuran a probarlas, la falta de éxito al garantizar que la mejor carne fake llegue al paladar es un gran obstáculo para convencer a los indecisos.

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Tonos rosados y mucha textura, así es como NO lucía mi hamburguesa.

Aún con el tropiezo, la incógnita me persigue. No estoy dispuesto a abandonar la posibilidad de que una impossible burguer sea sabrosa, sobre todo cuando el principal problema con el que me encontré en su sabor pudo deberse a causa de la cocción. Si no fuera por ello, color, textura y apariencia en general me habrían convencido de que mi carne es como cualquier otra, solo no del segmento premium.

Probar una Impossible Burguer seguramente no será la experiencia gastronómica del año, pero no es necesariamente malo. Las papas no se acabaron, la hamburguesa sí.

También a su favor habrá que decir que su precio no estaba por encima del resto. La Impossible Burguer costó 19 dólares, el estándar en un restaurante en donde otros cuatro combos de hamburguesa rondaban entre los 16 y 20 dólares. Nadie quiere pagar 400 pesos por una hamburguesa, pero en Las Vegas no hay mucha otra opción.

Al menos sabemos que Burguer King ha conseguido disminuir su precio hasta los seis dólares, el precio más bajo para una hamburguesa de su tipo.

Solo falta que ahí sepa mejor de la que yo he comido. Eso, y que llegue a México.

Imagen | Cnet

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