Un japonés consideró que su paso por la cárcel fue corto y decidió hacer algo: construir una celda en su jardín y no salir de allí

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Luis Ángel Márquez Flores

Editor Jr
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En la historia de Japón ocurrieron episodios insólitos que, sin embargo, son poco conocidos. Uno de ellos es la de Hitoshi Imamura, un comandante del Ejército Imperial quien, tras liderar campañas en el Pacífico, fue sentenciado a 10 años de prisión por crímenes de guerra cometidos por solados bajo su mando en Nueva Guinea y la islas Salomón.

En 1954, tras ser liberado, Imamura se impuso un castigo inusual. En un intentó por redimirse, donó todas las ganancias a los parientes de las víctimas, y como le pareció que su condena había sido muy corta, mandó construir una réplica de su celda enmedio del jardín del su casa. Allí se recluyó voluntariamente hasta su muerte en 1968.

La historia de Hitoshi Imamura

Hitoshi Imamura nació en Sedai, capital de prefectura de Miyagi, en 1886, proveniente de una familia de juristas y militares. Aunque inicialmente parecía estar destinado a estudiar Derecho, tras la muerte de su padre decidió ingresar en la Academia del Ejército, de donde se graduó en 1907. Imamura tuvo un carrera destacada. En tan solo 15 años alcanzó el rango máximo dentro del Ejército Imperial Japonés.

Durante la Segunda Guerra Sino-Japonesa, Imamura comandó la 5ª División del Ejército Imperial en China y participó en importantes operaciones militares. En la Guerra del Pacífico, comandó el 16º Ejército, con el cual participó en la campaña de las Indias Orientales Neerlandesas.

A pesar de la pérdida de su transporte en la Batalla del Estrecho de Sunda, Imamura, logró consolidar su dominio en Java con políticas que favorecían la estabilidad, como la cooperación de líderes independentistas indonesios como Sukarno y Hatta. En lugar de recurrir a la represión, restauró la industria y evitó expropiaciones que pudieran generar malestar social.

Sin embargo, su enfoque conciliador no coincidía con las órdenes del alto mando japonés, que exigía medidas más severas. Imamura recibió reprimendas por su actitud conciliadora, pero se mantuvo firme en sus principios, incluso llegó a amenazar con dimitir si se le obligaba a cambiar de estrategia. Su postura lo convirtió en una figura atípica dentro de la jerarquía militar japonesa.

Hajime Sugiyama In Java 2 Hajime Sugiyama, ex jefe del Estado Mayor (centro) inspeccionando Java en 1942. A su derecha está Imamura. Imagen | Wikimedia Commons.

El castigo de Hitoshi Imamura

En 1942, Imamura estuvo a cargo de las operaciones del 8° Ejército Imperial en Nueva Guinea y las Islas Salomón. Desde su base en Rabaul, dirigió la defensa japonesa frente a la ofensiva aliada. Además, enfrentó un bloqueo naval y aéreo que eventualmente aisló la región hasta la rendición de Japón, ocurrida en 1945.

Al concluir la guerra, Imamura y el vicealmirante Jinichi Kusaka se entregaron a las fuerzas australianas. Fue acusado de no impedir los crímenes de guerra cometidos por sus tropas, como la llamada "atrocidad de las cestas de cerdo". En 1947, un tribunal militar lo sentenció a diez años de prisión, una condena que aceptó sin apelaciones.

Tras su liberación en 1954, Imamura construyó una celda en el centro del jardín de su propio hogar, donde vivió hasta su muerte en 1968. Durante sus últimos años, dedicó su tiempo a escribir memorias y donó todas sus ganancias a las familias de los prisioneros aliados ejecutados bajo su mando. Su historia, llena de contradicciones, refleja la lucha entre la responsabilidad y la imposibilidad de cambiar el pasado.

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