Todos alguna vez han sentido que el tiempo va más lento en una situación aburrida o que se va más rápido en un momento agradable. La neurocientífica cognitiva Irena Arslanova cree que estas percepciones no son simplemente trucos de la mente, ya que podrían tener una causa biológica mucho más íntima. Desde su laboratorio en Royal Holloway, Universidad de Londres, esta investigadora reveló que el corazón no solo bombea sangre, sino que también podría estar marcando el compás de nuestra experiencia temporal.
"No podemos comprender completamente el funcionamiento del cerebro si lo sacamos del cuerpo", afirmó Arslanova en su charla TED titulada ¿Los latidos de tu corazón influyen en tu sentido del tiempo?. En su investigación propone una hipótesis de que el tiempo no es solo un constructo cerebral, sino también una experiencia "encarnada", moldeada activamente por nuestros órganos internos, en particular el corazón.
El experimento: sincronizando el reloj con los latidos
En su estudio más reciente, publicado en la revista Current Biology, Arslanova y su equipo diseñaron un experimento ingenioso: pidieron a 67 voluntarios que evaluaran la duración de estímulos breves (como sonidos o imágenes) mientras estaban conectados a una máquina de ECG. El truco estaba en el “timing”: los estímulos se presentaban justo cuando el corazón se contraía (fase sistólica) o cuando se relajaba (fase diastólica).
Los resultados fueron sorprendentes. Según la investigación publicada, "los estímulos que se mostraban durante la contracción cardíaca eran percibidos como más breves que los mismos estímulos presentados entre latidos". En palabras de la científica, "el estado momentáneo del corazón causó que el tiempo se contrajera y se expandiera dentro de cada latido".
Esto sugiere que el cerebro alterna entre dos modos: uno activo, que se dispara con cada contracción del corazón y otro perceptivo, que se activa entre latidos. En efecto, "el cerebro y el corazón están en una danza rítmica constante", dice Arslanova.

El cuerpo como metrónomo emocional y temporal
Este fenómeno no solo ocurre con estímulos neutros. En un segundo experimento, el equipo incluyó imágenes de rostros felices o temerosos y pidió a los participantes que calificaran su nivel de excitación emocional. Lo fascinante fue que, a mayor arousal emocional, se desdibujaba la diferencia entre las fases del corazón: la percepción del tiempo tendía a contraerse sin importar el momento del latido.
Esto sugiere una interacción compleja entre emociones, actividad cardíaca y percepción temporal. Como apunta Arslanova en su artículo En busca del tiempo vivido: cómo el acoplamiento corazón-cerebro favorece la percepción del tiempo, estas distorsiones pueden ser la clave para entender cómo se construye la conciencia del tiempo: "la duración de nuestra experiencia también se contrae y se expande a lo largo de estas fluctuaciones cardíacas", escribe. Arslanova lo plantea claramente en su charla TED:
"Espero haberte demostrado que una forma de dar forma a cómo experimentamos el tiempo es trabajar sobre el estado interno de nuestro cuerpo"
Incluso propone una estrategia simple: respirar profundo.
"Siente cómo el corazón se desacelera, y deja que el cerebro expanda el momento"

La propuesta de Arslanova no pretende ser definitiva, pero busca otro enfoque. Combina neurociencia, fisiología y experiencia subjetiva. Como ella misma concluye en su charla:
"El tiempo podría contraerse cuando necesitamos movernos, pero puede expandirse cuando queremos percibir. Entonces tal vez esa ralentización del tiempo que sientes cuando estás aburrido… está ahí para expandir tu percepción"
El tiempo, entonces, no solo se mide en segundos. También se puede respirar y sentir según estas nuevas investigaciones, pero además, se escucha en los latidos del corazón.
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