Zah Naderi soñó durante años con tener un Corvette C8. Lo consiguió con esfuerzo y sin recurrir a créditos: pagó los casi tres millones de pesos que cuesta uno nuevo. Sin embargo, cinco días después de tenerlo, su vida dio un giro. Alguien chocó su auto mientras estaba estacionado y se dio a la fuga. Lo peor no fue el golpe, sino lo que vino después: la aseguradora intentó repararlo con piezas usadas y su valor de reventa quedó marcado para siempre.
El incidente ocurrió en una calle residencial en Estados Unidos. No hubo testigos, solo un reporte policial y grabaciones que Naderi no pudo obtener sin una orden judicial. Su aseguradora, lejos de facilitar las cosas, le advirtió que solo pagaría la reparación con refacciones rescatadas de otro Corvette siniestrado. Él se negó, su mayor preocupación era clara: “El valor del auto bajó mucho”.
El Chevrolet Corvette C8 no es un auto cualquiera. Es un superdeportivo con motor central, 495 caballos de fuerza y un diseño basado en cazas de combate. La versión de Naderi cuenta con transmisión automática de doble embrague y chasis de aluminio, una plataforma pensada para entusiastas que no aceptan medias tintas. Su diseño incluye entradas de aire laterales, luces LED afiladas y una cabina enfocada en el conductor, con pantallas envolventes y sistema de infoentretenimiento compatible con Android Auto y Apple CarPlay.
Una pieza dañada, aunque sea mínima, altera el equilibrio del vehículo. Y aunque una aseguradora calcule el valor de reparación como si se tratara de un sedán cualquiera, quienes conocen este tipo de automóviles superdeportivos saben que cada componente tiene una razón de ser. Por eso Naderi se opuso a aceptar partes recicladas. Incluso el faro tiene sensores únicos que afectan el rendimiento.

Al compartir su historia en el grupo de Facebook C8 Corvette Owners (And Friends), recibió apoyo inmediato. Ahí también entendió algo más profundo: las aseguradoras no se mueven por lógica ni empatía. Operan con algoritmos diseñados para minimizar costos, aunque eso implique ignorar el valor emocional o técnico del vehículo.
Peor aún, enfrentó sospechas de fraude. Según información de Torque News su aseguradora argumentó que el coche estaba en movimiento al momento del impacto, cuando en realidad estaba estacionado. Las grabaciones confirmarían su versión, pero nadie quiso ayudar. La aseguradora, que en teoría debería cuidar a su cliente y que además tiene más poder legal, ni siquiera pidió el video al edificio cercano.

Una historia con final triste
Zah considera ahora entregar su superdeportivo americano como parte de pago. Pero sabe que su historial de accidente hará que valga mucho menos. Lo que parecía ser el auto de sus sueños, se convirtió en una lección sobre cómo el sistema de seguros podría ignorar la realidad de los autos de alto rendimiento.
Mientras no se reconozca la diferencia entre un coche común y uno diseñado para el placer de conducir, más propietarios como Zah Naderi terminarán con el corazón roto. Porque en esta industria, ni la pasión ni la precisión pesan más que una hoja de cálculo.
Algo interesante de recordar es que en México, los seguros para autos superdeportivos suelen ser más caros y requerir coberturas adicionales debido a su riesgo potencial y alto valor. Algunas aseguradoras que ofrecen este tipo de seguros son AXA, GNP o Mapfre.
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