Seguramente has escuchado que la homosexualidad era considerada como algo común en la antigua Grecia. Pero ¿y si esto hubiera pasado en la España de la Edad Media? De acuerdo con diversos investigadores, un documento localizado en las inmediaciones del monasterio de San Salvador de Celanova, Galicia, indica la posibilidad de que esto fue real. Con todo y acta de matrimonio.
Los protagonistas de esta historia son Pedro Díaz y Munio Vandilaz. Según indica el catedrático de Historia Medieval de la Universidad de Santiago de Compostela, José Miguel Andrade, para un artículo en The Conversation, estos dos hombres se comprometieron... a compartir la gestión de una casa y la iglesia de Santa María de Ordes.
El acta data del año 1061, fue escrita en latín y no es necesariamente extensa. En ella, se da el acuerdo en que ambos sujetos serían los encargados del recinto actualmente ubicado en Rairiz de Veiga, provincia de Ourense. Como menciona Andrade en su ensayo:
"Las iglesias y monasterios formaban parte del patrimonio de las familias más acomodadas económicamente y que estas decidían con total libertad y autonomía qué hacer con él".
Hasta ahora todo se entiende como un convenio. Sin embargo, los detalles son lo que revelan poco a poco la posibilidad de que fuese algo más. En primera, los dos no comparten apellidos, por lo tanto se indica que son un par de amigos. Posteriormente, se indica que cada uno tiene responsabilidades "en pie de igualdad" que van desde la atención de los huéspedes al cuidado de los siervos o los huertos.
Es a partir de ahí cuando el escrito comienza a adquirir un tono un tanto distinto. "Como buenos amigos, llenos de fidelidad y verdad para siempre, día y noche", entre formalidades, estas expresiones emocionales es lo que ha llevado a algunos historiadores a calificarla como una "fraternidad artificial".
Este último término se refiere a una una práctica cultural que buscó crear lazos simbólicos entre personas que no compartían vínculos biológicos. El objetivo: establecer una relación fraternal reconocida tanto social como legalmente a fin de poseer y explotar bienes en común.
Así, se reconoce que el acuerdo entre Pedro y Munio trata sobre la administración de una propiedad compartida entre ambos hombres. Sin embargo, el especialista de la USC resalta las particularidades únicas del documento.
Además, en 1996 el historiador estadounidense de la Universidad de Yale, John Boswell, habló sobre las uniones entre parejas del mismo sexo desde la Edad Antigua hasta la Edad Media: las llamadas Bodas de la semejanza. En otras palabras, una forma en que se "encubría una unión afectiva y marital entre dos varones".
Desde la perspectiva de Andrade, se denota que el pacto de 1061 es útil para desafiar la noción de que la Edad Media fue una era dominada por la barbarie.
"Es importante recordar que en estos siglos centrales del medievo surge hasta una literatura homoerótica que nos habla de una cierta permisividad y reconocimiento en las relaciones afectivas y sexuales entre personas del mismo sexo”.
Claro está que, debido a la antigüedad del convenio, queda la incógnita de si aquello que firmaron Pedro y Munio hace 963 años pudo ser una muestra de cómo dos hombres lograron construir una vida similar a la de un matrimonio en la Galicia del siglo XI. O tal vez, algo más.
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